En una pequeña o mediana empresa, la oportunidad en el pago de las facturas no es un simple trámite administrativo: es la garantía de liquidez para sostener operaciones, cubrir nómina y cumplir con proveedores. Sin embargo, el incumplimiento de clientes genera un desequilibrio inmediato. Frente a esa situación, surge el cobro prejurídico como la primera línea de defensa legal, un mecanismo que busca recuperar el dinero sin necesidad de entrar en un proceso judicial, pero con la misma seriedad y formalidad del derecho.
El cobro prejurídico es la etapa inicial, previa a demandar, donde el acreedor formula requerimientos formales y jurídicamente válidos al deudor para inducirlo a cumplir su obligación de manera voluntaria. No se trata de simples recordatorios, sino de comunicaciones con valor probatorio y con la presión legal suficiente para advertir las consecuencias de persistir en la mora.
Las principales actuaciones en esta etapa son:
El mayor valor de esta etapa radica en que permite resultados eficaces y rápidos sin acudir aún al juez. Entre sus ventajas principales se destacan:
El cobro prejurídico no es un simple trámite, es una etapa preventiva y estratégica que protege el flujo financiero de la empresa y fortalece la gestión de cartera. Si bien la vía judicial siempre está disponible, agotar este mecanismo puede significar la diferencia entre una recuperación ágil y un proceso largo y costoso. Para las pymes, representa la manera más eficiente de reclamar lo que en derecho les corresponde, sin desgastar recursos innecesariamente.
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